Las labores mantenimiento del software de gestión están de capa caída. En una coyuntura empresarial caracterizada por los recortes y la reducción de costes muchas organizaciones no pueden evitar caer en la tentación de prescindir de las elevadas inversiones que supone actualizar los programas ERP.

Esta falta de inversión se pagará en el futuro. Se está consolidando un modelo en torno a la obsolescencia tecnológica para reducir los costes actuales que en cuestión de años llevará a un tejido industrial poco competitivo… pan para hoy y mucha hambre para mañana. Por eso en este artículo quiero daros varios motivos para justificar ante vuestros clientes el mantenimiento del software de gestión.

Lo primero de todo me gustaría señalar que este artículo no es original, es una versión propia de dos artículos escritos por Sergio Martínez en su blog. No os los perdáis bajo ningún concepto: ¿Por qué pagar un mantenimiento de software ERP?   y 10 razones para contratar el servicio de mantenimiento de software.

Dicho esto comencemos, el mantenimiento de software de gestión se entiende como el proceso de mejora de un programa ya instalado en una organización. Se trata de una inversión elevada (motivo de su actual abandono) que conduce a que muchas empresas trabajen con una tecnología totalmente obsoleta y con un enorme potencial de experimentar averías o errores. ¿Qué razones podemos aportar a nuestros clientes para afrontar esta inversión?

Podemos justificar las labores de mantenimiento del software de gestión por las propia condición del programa. Continuamente surgen nuevas versiones que  superan carencias y añaden nuevas funcionalidades. Estas mejoras, pese a tener un coste elevado, reportan en el largo plazo notables reducciones de costes e incrementos en la rentabilidad empresarial.

Por otro lado, el mantenimiento del software se podría justificar desde una perspectiva legislativa. Continuamente surgen cambios impositivos o normativos que obligan a actualizar nuestros programas.

También se puede justificar el cambio por la propia obsolescencia del programa frente a los cambios del mercado. Por ejemplo, no todos los programas ERP están preparados para afrontar la internacionalización de la empresa o para trabajar en el canal online.

Asimismo, el crecimiento natural de una organización puede conducir a la necesidad de introducir nuevos módulos. Puede que en el presente a nuestra PYME le interese contar sólo con un número reducido de módulos pero en el futuro, al incorporar nuevos departamentos, posíblemente deberá ampliar su número.

Además puede darse el caso de un funcionamiento defectuoso. Ante estos casos muchas empresas optan por adaptarse y convivir con el problema en lugar de ponerle solución con todos los problemas que ello puede implicar.

Y, finalmente, por pura eficiencia en la gestión del tiempo del trabajo. Sistemas defectuosos y obsoletos conducen a velocidades lentas que pueden repercutir negativamente en la productividad de los trabajadores causándoles frustración e irritabilidad. Los tiempos muertos son una verdadera lacra para la eficiencia empresarial que conviene subsanar cuanto antes.

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